¿Por qué los peruanos hablamos tanto de comida? Podemos ensayar cientos de respuestas. Ni qué decir cuando el interlocutor es extranjero. “¿Ya probaste el cebiche?” puede tornarse en la pregunta germinal de una extensa conversación sobre nuestras virtudes culinarias. Puede sonar repetitivo, pero cuando la “Condé Nast Traveler”, una de las más prestigiosas revistas de turismo, dedica en su edición de julio siete páginas a la gastronomía peruana, no podemos más que comprobar que este tópico no solo sigue vigente, sino que concita cada vez mayor interés y relevancia en otras esferas.
Con un coloquial estilo, la publicación explora la particular forma en que los peruanos procesamos el ritual de la mesa, un protocolo que va más allá de saciar un instinto básico, enarbolándose en un complejo proceso cultural y social. “En el Perú, la comida se ha convertido en lo que el fútbol es para Brasil”, dice en la nota, citando palabras de Gastón Acurio.
Desde Máncora hasta Tacna, reparando en las bondades de la corriente de Humboldt para la biodiversidad marina; desde Lima hasta las alturas de Cusco o Arequipa, destacando la importancia de la influencia asiática en nuestros sabores; y adentrándose incluso en la exótica Amazonía, el festín peruano es descrito a través de sus principales ingredientes, platillos y lugares de degustación, no solo en el Perú, sino también en ciudades como Los Ángeles, Nueva York o San Francisco.
Bajo el título “A World Of Food”, la extensa nota destaca, además de la oferta nacional, las virtudes de Asia, el Caribe y el Reino Unido, como privilegiados destinos gastronómicos, refiriéndose incluso a la propuesta británica como el nuevo paraíso gourmet.