Han pasado ya 152 años del arribo de los primeros colonos austro-alemanes del Tirol a Pozuzo, pero sus descendientes continúan reservando su legado cultural y arquitectónico.
Llegamos a Prusia. Un arco nos da la bienvenida en castellano y alemán. Entramos. Las casas de madera están primorosamente cuidadas, la gente va en moto y sonríe, hay árboles por doquier y el ruido de lo que llamamos civilización no supera en este paraje el sonido de la naturaleza, que proviene de todos los alrededores del valle de Pozuzo, en la provincia de Oxapampa, a 520 kilómetros muy lejos de Lima.
Prusia es la entrada del distrito de Pozuzo. Hace 152 años, cuando los colonos austríacos y alemanes arribaron a este lugar en 1859, decidieron dividirse las tierras. Los alemanes se quedaron con la parte alta del valle, donde hoy se encuentra Prusia, y los austríacos con la parte baja.
Prusia ha sobrevivido como testimonio de aquel acuerdo que les permitió una convivencia pacífica.
Vale la pena pasar el día en Prusia y llegar hasta las pozas naturales de Guacamayo, donde es posible alojarse en el Recreo Turístico Guacamayo, o seguir hasta la catarata Delfín, con una caída de 80 metros.
CASAS HISTÓRICAS
Pozuzo congrega la mayor cantidad de atractivos de la zona. En el centro del distrito se encuentra el Museo Schafferer, que reúne gran parte del legado histórico de los colonos; la iglesia San José, construida en 1875 con madera y adobe; así como el puente Emperador Guillermo I, que data de 1877 y fue reconstruido en 1995.
Además de las nuevas casas de madera, que han sido construidas respetando la arquitectura tradicional, uno no puede perderse la ocasión de visitar las casas de los colonos que aún sobreviven el paso del tiempo, como la de María Egg. Esta vivienda data de 1890 y fue construida por José Egg, bi-sabuelo de María. Ahora ella intenta recuperar el esplendor de su arquitectura y mobiliario originales para que funcione como un hospedaje histórico. También es recomendable visitar el Museo Familiar Egg Vogt, donde se exhiben objetos pertenecientes a los antepasados de esta familia y donde Helmut Egg sigue elaborando puros y pipas artesanales.
COSTUMBRES
Quizá lo más fascinante de Pozuzo sea la autenticidad y amabilidad de su gente. Juan Gstir, propietario del Albergue Gstir, no solo ordeña sus vacas para complacer a los turistas citadinos. La leche se usa para elaborar el queso artesanal que se sirve en su hospedaje.
Hilda Ruiz Schuler de El Típico Pozucino y Teresa Villar Koch del Típico Prusia preparan deliciosos platos al estilo de sus antepasados austro-alemanes no solo para satisfacer a los viajeros hambrientos sino porque su cocina es una forma de mantener viva su herencia cultural. No olvide pedir salchichas y quesos artesanales, knödelsuppe (sopa de albóndigas), guiso de gallo al estilo pozucino, shtrukala (un pionono hecho de plátano) y las deliciosas zukiejala (parecidas a los buñuelos).
Si tiene la suerte de que Andrés Egg, propietario de El Típico Pozucino, amenice la sobremesa con las mil y un historias de los colonos y sus descendientes usted puede darse por bien servido.
El elenco de danzas de la Asociación de Historia y Cultura de Pozuzo, formado por adolescentes de entre los 12 a 16 años, también es otra manera que los pozucinos tienen para seguir vinculados con sus orígenes. Hay quienes ya no hablan alemán, pero aún llevan los apellidos de sus antepasados.
¡A DESCONECTARSE!
Este mes es el inicio de la mejor temporada para visitar Pozuzo y sus alrededores. Las lluvias ya han cesado y podrá disfrutar de un clima cálido para pasear por el valle y realizar caminatas por senderos recomendados por la Cámara de Comercio y Turismo de Pozuzo, que preside Hans Kohel Gstir. El destino se aprovecha mejor si va en movilidad propia. Tenga en cuenta, además, que julio y agosto son los meses que más turistas recibe Pozuzo, por lo que debe realizar sus reservas de hospedaje con antelación.
Allá vamos
Cómo llegar: Turismo Oxabus (Trayecto Lima-Oxapampa. Promedio de viaje: 10 horas) 423-3667 y 423-7225. Empresa de Transporte Lobato 474-9488.
Desde Oxapampa, parten automóviles y combis a Pozuzo. Promedio de viaje: 3 horas).
Hospedaje: Haus Kohel 063-287604. Albergue turístico Gstir 063-287529. Albergue Frau María Egg 063-287559. Recreo Turístico Guacamayo 999-342019.
Dónde comer: El Típico Pozucino 063-287505. Las Orquídeas 063-287632. Típico Prusia 064-631251.
Más información: Cámara de Comercio y Turismo de Pozuzo 96370-1295.
MUSEO SCHAFFERER DE POZUZO
Las huellas de los colonos
Todo está dispuesto como si el lugar fuera una vieja vivienda que aún es habitada. Allí está la cocina, la sala familiar, el dormitorio, las herramientas de trabajo y los aparatos que la tecnología fue creando en los últimos 150 años. Algunas fotografías muestran a gente de aspecto europeo desenvolviéndose en medio de la ruda selva central, antes habitada por comunidades amueshas y yaneshas.
Este lugar es el Museo Schafferer, lleva el nombre del padre Franz Schafferer, quien inspiró a los colonos a sobrevivir en un paraje tan alejado de su patria original. Se inauguró el 19 de setiembre de 1993.
Eva Solleder, presidenta de la Asociación Historia y Cultura de Pozuzo, es la encargada de guiarnos por el museo. Ella nació en Alemania, pero tras la Segunda Guerra Mundial, su padre también quiso llegar a Pozuzo en busca de una tierra prometida y aquí se quedó.
UNA OPORTUNIDAD
El recorrido por el museo sirve para entender por qué un grupo de colonos austro-alemanes decide venir desde la región de El Tirol, en la frontera de Austria y Alemania, hasta el corazón de la selva de Pasco. En 1850, El Tirol era afectado por largas y brutales heladas que dejaron a los pobladores de esta región sumidos en la extrema pobreza. Mientras tanto, en el Perú, el gobierno de Ramón Castilla propiciaba la inmigración europea y la colonización de la selva peruana, en especial, de la zona central del país. Fue así como se les prometió a los austro-alemanes extensas tierras para la actividad agrícola a cambio de habitar Pozuzo y Mayro.
Se pedía que los colonos fueran agricultores, católicos, trabajadores y honrados. Se esperaba que arribaran 10 mil colonos al Perú, pero solo llegaron 300 inmigrantes (180 austríacos y 120 alemanes) en el primer grupo que llegó al país el 21 de julio de 1857. Un segundo grupo de 180 colonos llegó a Pozuzo en 1868.
UN EMOTIVO RINCÓN
En el segundo piso del museo existe un pequeño mural que puede pasar desapercibido para el viajero nacional, pero no para los turistas alemanes y austríacos. Se trata de la lista de nombres de los hombres y mujeres que por primera vez llegaron a Pozuzo. Se indica también los poblados de los que procedían. Para ellos, es realmente emocionante descubrir que un antepasado suyo fue parte de una expedición que cambió la historia de Pozuzo para siempre.
Por: Norka Peralta Liñán – Vamos!