Saltar al contenido

Cajamarca, una fiesta a todo color

“Ay qué viejo carnaval, yo no sé dónde ha nacido. Todos los años que viene siempre es muy bien recibido. Ocho días me mantiene, sin tener que trabajar”, dice una canción de Cajamarca. En las calles de esta efervescente ciudad de la sierra norte del Perú, sus pobladores refrendan hoy por hoy dicha estrofa. De sus casas, de techos a dos aguas, salen cada marzo a gozar de esta tradicional fiesta folclórica popular.

El programa del 2011 contempla actividades que se iniciaron en febrero. Este año cobró particular interés el Concurso de Coplas y Contrapuntos auspiciado por Movistar. Acompañadas por guitarras, las coplas son cuartetos rimados que expresan alegremente el sentir de los cajachos. Es particularmente agradable observar en cada esquina cómo esta tradición cultural es revalorizada entre un público adolescente, orgulloso de su ascendencia cajamarquina.

De esta fiesta, la capital del carnaval peruano celebró recientemente sus días centrales. El sábado se realizó el ingreso del Ño Carnavalón, personaje fundamental del carnaval. Sombrero, serpentina en el cuello, ojotas y una alforja con chancaca; el vistoso muñeco baja todos los años sobre un camión desde la calle Independencia acompañado por su mujer, la ‘Cabezona’. Ella lleva trenza, aretes y una rueca.

Incontables grupos de muchachos, embriagados en aguardiente, cerveza y chicha de jora, los acompañan en el recorrido, poniéndole ritmo al trayecto con tarolas e instrumentos de viento. Es imposible no salir mojado y pintado en los dominios del Ño Carnavalón. A todos les cae agua y pintura: grandes y niños, autos y mototaxis, perros y mulas. Más tarde cae la lluvia para quitar los tintes del cuerpo y aclarar la mente de los exaltados jóvenes, quienes trasladan su bullicio a la imponente Plaza de Armas. A unos metros, sutilmente iluminadas, la Iglesia de San Francisco y La Catedral alumbran los festejos. Arriba, al caer la noche, el cerro Santa Apolonia cobija los ecos del pueblo cajamarquino abocado a su carnaval.

El despertar del domingo tiene el mismo estribillo. La agenda indica Concurso de Patrullas y Comparsas. Hay que hacerse de un buen sitio temprano. Es indispensable llevar paraguas o un buen impermeable porque las precipitaciones son impredecibles. Las bombardas dan la señal. Una impresionante multitud de pobladores desfila durante horas por las principales calles de Cajamarca. Ya no hay pintura pero sí agua. Si le cae un globazo no vale picarse. La oferta de comida incluye chochos, choclos y cancha, acompañados con chicha ¡cómo no! Incansables músicos no dan tregua a sus trompetas, saxo, platillos, bombos, guitarras y violines. Los adultos aplauden y los pequeños hacen pompas de jabón. Así es el carnaval cajamarquino, gozoso.

El jurado se acomoda. Llegan las comparsas y patrullas. Los clones, con sus enormes sombreros en forma de cucurucho les abren el paso. En esta jubilosa plaza, bajo una socarrona cosmovisión, confluyen los más entrañables matices de lo juglar y lo andino. La música no para. Los hombres cantan y las mujeres silban. Las temáticas que abordan sus máscaras y disfraces hablan de una estrecha relación con la fauna de lugar y denuncian una preocupación por el medio ambiente. Hablan también de la increíble e imborrable vigencia del encuentro de incas y españoles, con el especial significado que ello tiene para Cajamarca, y es que allí perdura el Cuarto del Rescate de Atahualpa.

Es lunes y la muchedumbre regresa a las calles con nuevos trajes y renovados ímpetus. Esta vez desfilan en adornados vehículos. Es el gran corso de carnaval. La creatividad, la gama de colores, la impresionante convocatoria y la alegría mostrada por las distintas comitivas, superan largamente a cualquier otro carnaval que suceda en el Perú.

TODAVÍA HAY MÁS
Aún quedan por delante varios días de fiesta. Tras soportar sin tregua una prolongada y alborotada juerga se anuncia el deceso del Ño Carnavalón. Hoy será velado y mañana se realizará su multitudinario entierro en los Baños del Inca. Su sepelio contempla un nuevo recorrido en andas por las callejuelas de Cajamarca.

Al día siguiente, los diferentes barrios, centros poblados y caseríos realizarán las ‘unshas’ de carnaval, en las que se baile alrededor de un árbol decorado. Finalmente, el domingo tendrá lugar el concurso y baile de clones, así como la gran ‘unsha’ de integración.

Puede aprovechar su visita a la ciudad para conocer los diversos atractivos del lugar. Cajamarca es conocida por su arquitectura colonial y barroca, algo que se puede apreciar en el legado arquitectónico religioso: la catedral, así como los templos de San Francisco, Belén y la Recoleta son de visita obligada. Tras ascender una empinada cuesta encontrará también la capilla dedicada a la Virgen de Fátima y el mirador, que ofrece una completa vista de estas tierras. Las Ventanillas de Otuzco, Porcón, los Baños del Inca y el complejo arqueológico de Kuntur Wasi son otros puntos a considerar.

Allá vamos
Hoy martes: velorio del Ño Carnavalón. Lugar: Av. Los Héroes. Hora: 8 p.m.

Miércoles 9: Entierro del Ño Carnavalón. Concentración: Jr. Puno cuadra 3, Barrio Chontapaccha. Hora: 11 a.m.

Sábado 12: ‘Unshas’ de carnaval. Lugar: diversos barrios. Hora: 10 a.m. Tradicional baile de mamarrachos. Lugar: hotel Costas del Sol. Hora: 9 p.m.

Domingo 13: Concurso y Baile de Clones. Lugar: Plataforma Barrio Lucmacucho. Hora: 10 a.m. gran ‘unsha’ de integración. Lugar: Estadio Municipal (Revilla Pérez). Hora: 11 a.m.


Por: Alberto Revoredo – Vamos!