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Caída del turismo pone en peligro 15 mil empleos en el Cusco

El 90% de los extranjeros que visita el Perú llega atraído por Machu Picchu. La Ciudad Imperial alista una campaña para recuperar la actividad turística.

Paradójicamente, lo primero que se ve al aterrizar en el poblado de Aguas Calientes es el letrero que saluda a los turistas que llegan en tren, aplastado por un cúmulo de rocas que se cayeron desde la montaña. Tras bajar del helicóptero, camino al poblado, el estado del ferrocarril sintetizó la catástrofe que se desató contra este rincón del Cusco, que recibe a más de 500.000 turistas al año. Las vigas del tren, como si se tratara de un ser humano, flotaban sobre el río sin vida.

El principal atractivo turístico del Perú —salvo por los pocos helicópteros que transportan pasajeros— está aislado del resto del mundo. Esto significa que si más del 90% de turistas llega al Perú solo para ver Machu Picchu —según cifras de Prom-Perú—, se podría afirmar que los dos meses que dure la reparación de la vía —como han pronosticado— podrían ser más severos para el sector que todo un año de crisis económica.

UN PUEBLO FANTASMA
El prostíbulo fue uno de los primeros locales en ser arrastrados por la corriente. A su lado, una casona donde operaban algunos hoteles estaba a punto de hundirse en el río, salvo por una columna. La estrecha vereda que la separaba del cauce había desaparecido. Un pequeño parque, que se construyó con fines ornamentales, evitó que el río se llevara lo que aún queda de la ribera.

El lunes pasado, un día antes de que llegáramos, más de 4.000 turistas fueron evacuados en helicópteros . En Aguas Calientes solo había algunos obreros que se quedaron para llevar sacos de arena a distintas partes ante posibles desbordes del río. Algunas mujeres, agrupadas por sectores, cocinaban en ollas comunes para que los pocos pobladores del distrito —a la falta de víveres— no pasaran hambre.

Todos los hoteles, así como los restaurantes, estaban cerrados. Esa misma mañana entrevistamos a Aníbal Clavijo, gerente del Hotel Sumaq, un cinco estrellas del poblado, el mismo del que se dijo equivocadamente que iban a tener que derribar por daños en su infraestructura. “La ocupabilidad ha caído 100%. Mientras el santuario de Machu Picchu siga cerrado, no podremos hacer nada para evitarlo”, agregó.

Antes de irnos, nos dijo que se regresaba a Lima para entrevistarse con un banco, para ver la manera de sostener su empresa hasta que se repare la vía férrea. “Si no tuviera un seguro para estos casos, no habría durado mucho. No sé cómo harán los más pequeños”, nos dijo pensando en las decenas de pequeñas empresas que viven del día a día.

Por teléfono, Roger Valencia, director de la Cámara de Turismo del Cusco, que agrupa a 130 firmas que movilizan casi el 70% de los ingresos que genera el turismo en la región, nos dijo que las empresas ya han presentado solicitudes de cese temporal de sus trabajadores ante el Ministerio de Trabajo, para más de 15.000 empleados en todo el Cusco. Antes de terminar, anunció que las próximas semanas se seguirán presentando más solicitudes. “Muchas pequeñas agencias no se van a poder sostener”, adelantó Valencia.

UN VALLE INUNDADO
El miércoles 3 tomamos un taxi para recorrer el Valle Sagrado de los Incas, que había sido atravesado con ira por el río Urubamba, donde se concentran las inversiones hoteleras más importantes de la zona como Libertador Luxury Collection (Grupo Brescia), Aranwa, Sol y Luna, Río Sagrado (Orient Express) y Casa Andina (Grupo Interbank).

Tras una hora de recorrido, vimos una ruma de adobes donde hasta la semana pasada estaba el San Agustín Hotel & Spa. A pesar de que este hotel estaba a más de 300 metros del río, el desborde alcanzó tal magnitud que atravesó dos pistas, una chacra y dos filas de casas, antes de partir en pedazos el hotel. Inevitablemente, nos dijo un vigilante van a tener que demolerlo para volver a construirlo.

Volvimos al taxi para seguir el recorrido, sin embargo, al mirar al frente, nos quedamos paralizados al ver una columna de casas devastadas por lo que parecía haber sido un terremoto. La urbanización Paca Vilcanota, en el distrito de Yucay, no era más que un fárrago de rocas y barro. Hacer turismo, en este momento, en esta parte del valle —como ya lo señalaron algunos alcaldes— sería como visitar una playa de lujo en Haití.

Según Juvenal Durand, alcalde de Yucay, se deben implementar políticas para recuperar el turismo sin dejar de lado la reconstrucción de los poblados. Efectivamente, para un turista sería imposible pasar por el valle sin compartir la tristeza de los habitantes de Yucay. Al resto de hoteles de lujo no les pasó nada.

ESTACIÓN MACHU PICCHU
Ante este panorama se han lanzado múltiples alternativas, como incentivar el turismo interno, llegar un tramo por carretera y otro por ferrocarril hasta Machu Picchu y ofertas de 2×1 en paquetes turísticos. Todo apunta a estar preparados para la temporada alta (abril—junio). Muchos operadores nos dijeron que este será un año espectacular, porque no solo esperarán a los turistas que llegan normalmente, sino a todos los que aplazaron su llegada. Fuerza, Machu Picchu, regresa pronto.

PARA TENER EN CUENTA
Un plan para salvar el turismo
El viernes último la Dirección Regional de Turismo (Dircetur) del Cusco, adscrita al gobierno regional, firmó un acuerdo con los principales agentes del sector, tanto público como privado, para plantear alternativas concretas para sostener el turismo durante el tiempo que dure la reparación del tren.

El documento, que deberá ser aprobado por el Sernamp (ex Inrena) y el INC, propone abrir un helipuerto en Ollantaytambo para volar a Machu Picchu y trasladar al día alrededor de 200 pasajeros. Otras propuestas pasan por abrir caminos peatonales, pistas y más promoción.

Por: Luis Felipe Gamarra – El Comercio