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Sacsayhuaman, Cusco: Caminata por Suchuna y las tres torres de la Casa del Sol

Parque Arqueológico de Saqsayhuaman

A fines del siglo XX los estudiosos Luis Barreda Murillo y Abraham Valencia Espinoza registraron que en algunas de las comunidades de las alturas de Cusco, existian relatos de que Sacsayhuaman  había sido construida en tiempos lunares, cuando coexistían colosales dioses y hombres. También determinaron científicamente que los colosales muros de piedra fueron empezados en 1000 dC, cuando los Killki poblaban el Cusco y ni se soñaba con los incas.

En ese tiempo el valle de Cusco y, sobre todo, la zona del aeropuerto Velasco Astete, era un pantano floreciente a donde llegaban las aguas del Saphi, el Tullumayu, el Huancaro, el Cachimayu, entre otros generosos ríos. Lo más profundo del lago Morkyll, que había cubierto todo el valle del Huatanay hacía tan solo dos millones de años, había dejado su húmeda huella que proveía tierra fértil para las poblaciones que se ubicaban en las laderas de los cerros.

El apu Sacsayhuaman y el Puka Moqo (donde hoy se eleva el Cristo Blanco) siempre fueron lugares de control y vigilancia del valle, no es casualidad que los Killke erigieran allí el complejo que Cieza de León dijo que era la casa del sol, mientras que otras versiones hablan de un templo al rayo o la serpiente. Lo único cierto es que dentro de esas paredes, que dejan sin respuestas a cualquiera, estaba la tecnología más avanzada del Tawantinsuyo en astronomía, ingeniería, arquitectura, agricultura, administración, etc.

En 1934 Luis E Valcárcel desenterró, tras cavar más de dos metros de tierra,  las bases de un torreón redondo que coronaba la pirámide trunca de Sacsayhuaman. Era una de las tres torres que había descrito Garcilaso y que muchos aseguraban era una mentira del cronista: Muyucmarca, Sacllamarca y Paucarmarca. Desde esa altura se ve la explanada donde cientos de turistas se reúnen a escuchar las explicaciones de sus guías, y el cerro Suchuna o Rodadero que parece coronado con lava endurecida. Parte de esa piedra lisa fue convertida en hermosas escaleras que hoy son conocidas como la silla del inca. En la cima del cerrillo están los famosos toboganes de piedra que no todos se atreven a desafiar.

Tras el Rodadero está Muyucancha, una plaza redonda hundida compuesta por tres andenes circulares de un diámetro de 100 metros en el que cientos de personas realizaban ceremonias que incluían música, danzas, comidas y mucha chicha. Otros dicen que era un reservorio de agua que reflejaba la imagen de los edificios de piedra que lo rodeaban. Cerca de allí hay canales y enormes pozas que fueron parte de un parque acuático de piedra. Algunos dicen que el agua de Muyucancha desembocaba en lo que ahora es conocido como Chincana Chica, un oscuro túnel de 11 metros que los cusqueños cruzan tomados de las manos. El lugar está rodeado por  caprichosas formaciones rocosas que crean misteriosos apartados. No hay piedra donde no se perciba una repisa tallada,  o un nicho terminado o a medio hacer. Si nadie lo apura encontrará escaleras, cruces, altares, y un mil formas que mezclan con maestría lo sagrado, lo estético y lo ecológico.

Cómo llegar

Del centro de Cusco puede subir por la empinada calle Pumacurco hasta llegar a la carretera que sube a Sacsayhuaman. Allí están el ingreso peatonal al monumento. Un taxi desde el centro cuesta entre S/10 y S/15. El ingreso a Sacsayhuaman es de S/40 para nacionales y S/70 para extranjeros (incluye Qenqo, Pucapucara, Tambomachay).

Foto: Alvaro Franco