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Paita, el primer puerto del héroe

Estoy en Paita por primera vez. La provincia donde tantas veces escuché que el Almirante Grau, mi tatarabuelo, se había iniciado en las artes del mar ahora luce desordenada, pero se ve mejor de lo que había imaginado.

Mientras camino por sus calles estrechas descubro que es un pueblo cuyos atractivos han sido cubiertos con el polvo del tiempo y sus construcciones elegantes dejadas al olvido. No obstante, siguen ahí perennes entre el movimiento de los peatones, ambulantes, mototaxis y pequeñas embarcaciones.

POR FIN, AL MAR
Ansiosa por seguir los primeros pasos del héroe que solo conocí por fotos desgastadas, libros y cuentos familiares, llego al muelle Turístico Municipal. Al frente del ingreso se encuentra la que fuera la Aduana Mayor, donde el padre del Caballero de los Mares, Juan Manuel Grau, fue Intendente.

Una vez dentro, el olor a pescado se filtra muy fuerte y es posible observar la vida marina. Allí también se encuentra la oficina de turismo de la localidad. Es recomendable visitarla si desea información.

Además, una opción para ampliar el horizonte es tomar una chalana que por S/.20 le dé un paseo por la bahía, testigo mudo del primer embarque de Grau en el buque Tescua. Las aves, chalanas y unos robustos lobos de mar son los protagonistas del recorrido acuático que dura más o menos media hora.

LA LIBERTADORA
Continúo el paseo y me topo con algo más de historia. Se trata de una de las tres casas de la libertadora, Manuelita Sáenz (Jirón Nueva del Pozo # 390), quien pasó en Paita sus últimos días. En esta habita desde hace unos 37 años la familia Godos Curay, gente amable que permite a los viajeros ingresar a la vivienda.

La visita transcurre entre el porche exterior, donde destaca un busto de Manuelita, y la pequeña sala al interior. Por lo general, Mary Godos Curay se encarga de atender al público mostrando documentos, piezas literarias y cartas acerca de la que fue considerada la mujer de Simón Bolívar.

La construcción ha sido declarada patrimonio por el INC – Piura y si bien ha sido restaurada todavía mantiene un aire propio del siglo XIX.

CENTRO COMERCIAL

Paita es un lugar agitado, en especial la calle Junín. Esta, además de ser el punto del ajetreo microcomercial de la provincia, es conocida como la vía de los balcones. Antiguamente, quienes eran dueños de las tiendas ubicadas en el primer piso vivían en el segundo, desde donde sus familiares, sobre todo las damas, se asomaban para contrarrestar el calor. Otro lugar en que también se aprecia balconería es el pasaje Mercado, al lado de la Plazuela Ramón Castilla.

MÁS PARA VER

Los lugareños me cuentan que hay algunas opciones para pasear por la tarde. Una de ellas es el Club Liberal, en el cual se reunía la crema y nata de la provincia, e incluso fue visitado por Pablo Neruda, Ricardo Palma y José Santos Chocano. Hoy no funciona como tal, pero adentro hay un restaurante y se alquilan espacios para convenciones particulares.

Por otro lado, aconsejan ver la puesta de sol desde el malecón Jorge Chávez. Asimismo, se pueden apreciar algunas casonas de época frente a la playa. Una de las rescatables es la Casa Raygada (malecón Jorge Chávez 418). Esta funciona como el hospedaje Miramar.

Y si el cansancio le gana luego de tanta caminata, le sugiero darse una vuelta por la Plaza de Armas. Allí hay bancas con sombra donde reposar.

Al final del día, dejo el puerto que me recuerda un pasado que no es mío, pero pertenece a mi historia, y mientras pienso en sus balcones, su luna (tan impresionante que ha generado el dicho popular) y su malecón me siento a escribir estas páginas.

Por: Marisol Grau – Vamos!