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LiteraTour: Ruta turística de Vargas Llosa en Miraflores

Literatour Mario Vargas Llosa

La Municipalidad de Miraflores invita a recorrer el LiteraTour, ruta turística del premio noble peruano Mario Vargas Llosa.

1. Parque Kennedy. Centro medular de Miraflores y lugar donde se reunían los adolescentes de Diego Ferré y otros barrios para evaluar la oferta y demanda de amor, tras la misa del domingo. En las tardes dominicales también paseaban por allí parejitas, tras asistir a las matinés de los cines Leuro, Colina, Ricardo Palma, Dos de Mayo y Montecarlo (este último es el único que queda, pero está a punto de ser demolido). Con un poco más de propina, la cita podía cerrarse con un helado o un ‘milshake’ en la Tiendecita Blanca, el Cream Rica o el D’Onofrio. En los 50, Lima dejaba de mirar tanto a Europa y empezaba a deslumbrarse por las modas gringas del ‘milkshake’ y las tablas hawaianas.

2. Parque Salazar.
Un poco más avezado era quizás caminar de la mano por la avenida Larco hasta el parque Salazar, que colgaba del acantilado. Allí llegaban las parejas en ciernes para darse furtivos besos estimulados por el rumor del mar, y siempre vigilados desde una banca por alguna matrona entrometida. “Allí había roces de piernas y hasta besos, por supuesto, nunca con lengua: eso no debía hacerse con la enamorada, solo con las chicas de medio pelo”, relató el escritor en su columna “Piedra de Toque” en el 2000. En su obra, Vargas Llosa retrata lo traumático que resulta para los adolescentes la marcada discriminación de la sociedad limeña. “Miraflores era un barrio de blancos con una visión vaga y remota del Perú, y a veces del resto de Lima. Se vivía allí en una cierta irrealidad y encanto”, afirmaría años después en una entrevista para la televisión.

3. Casa Porras Barrenechea. El Nobel ha dicho que descubrió dolorosamente el Perú en el colegio militar Leoncio Prado. “Había blancos, negros, indios, cholos. Todos con sus idiosincrasias. Era un pequeño Perú, donde también afloraban las tensiones, prejuicios y resentimientos del país”.

Ese descubrimiento del otro Perú se reforzó en la Universidad San Marcos. Allí ingresó tras descartar a la Universidad Católica, a donde iban sus amigos. En “Conversación en La Catedral”, el protagonista hace una elección similar: “Se le ha metido entrar a San Marcos porque no le gustan los curas, y porque quiere ir donde va el pueblo –dijo Popeye [a su papá]–. En realidad, se le ha metido porque es un contreras. –En San Marcos perderá las relaciones”.

Una de las amistades que Vargas Llosa hizo en San Marcos fue la del historiador Raúl Porras Barrenechea, su profesor. Él le dio uno de sus trabajos más enriquecedores y felices: fichar los libros de su biblioteca. La casa-museo Porras queda en la calle Colina.

4. Avenida Pardo. Transcurren allí algunas de las escenas más idílicas de la narrativa de Vargas Llosa. “Dar un paseo por la avenida Pardo, bajo la alameda de los ficus invadidos por pájaros cantores, entre las casitas de ambas orillas en cuyos jardines y terrazas correteaban niños y niñeras uniformadas de blanco almidonado, fue un ritual de aquel verano [de 1950]”, se lee en “Travesuras de la niña mala”.

5. Pasaje Champagnat. En este estrecho pasaje que une las avenidas Pardo y Diagonal se forjaron las palomilladas escolares del futuro escritor y, entonces, también las de sus álter ego en la ficción. En el local del antiguo colegio se alza ahora un local de la Universidad de Piura.

Toda la información del LiteraTour en la página web oficial: www.miraflores.gob.pe/MVLL/

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