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Despertando a la Bella, Tingo María

Lo admito, sí, lo admito, me gusta la selva. En especial Tingo María, el reino de la Bella Durmiente. Son casi las 7 de la mañana, el ómnibus ha recorrido más de nueve horas desde Lima y estamos a punto de traspasar el túnel de Carpish, pasando ya a tierras tingalesas. Una nueva experiencia tropical me espera.
Llegué y el calor se cuela por todos lados y eso que aún son las siete y pico de la mañana. Andrés Morón, amigo de la municipalidad, nos recibe animado y, tras llevarnos a degustar un típico desayuno, empezamos el periplo.

Catarata San Miguel

Recorremos la carretera unos 15 KM al sur de Tingo María y llegamos hasta la localidad de Tambillo Chico. -Bueno muchachos, ahora viene lo bueno- anima Marco Talavera, guía de una empresa local de servicios turísticos y entusiasta de la aventura. Debemos tomar contacto con la catarata de Las Ninfas. Para ello existen dos opciones a disposición: o haces una ligera caminata o te atreves a llegar por el cauce del río, escalando 12 cascadas. Me gustan los riesgos y opto por escalar las cascadas. Sólo hay una palabra para describir esta experiencia: ¡alucinante! Se pone en juego tu estado físico y tu valor se acrecienta. Luego de más de dos horas soportando el frío ímpetu de las aguas y temblando por la fuerza ejercida en cada subida, mi recompensa es sobrecogedora. He llegado. Las Ninfas en todo su esplendor. Valió el esfuerzo.

Necesito agua, ¿agua?, pero si la tengo en abundancia. Es que “la calor”, como dicen por acá, es sofocante y atonta al más despabilado. Hace hambre ¿no? Hora de un suculento almuerzo en base a cecina (carne de cerdo seca y frita), con su yuquita y, de ley pues, el juane (pasta de arroz rellena con carne de gallina). De chuparse los dedos.

La noche se precipita y nos movemos entre las sombras, en busca de la felicidad nocturna de Tingo María. Ella nos abunda con sus tragos elaborados en base a raíces y plantas maceradas en aguardiente de caña, con un sinfín de sabores y, dicen, de propiedades afrodisiacas. Además, los desenfrenados movimientos de la danza de los Tulumayos, donde gráciles féminas ondulan sus cuerpos ataviados en diminutas vestimentas, alegran la cálida noche tingalesa, elevando más mi ya ardiente temperatura corporal.

La Bella durmiente

La madrugada da paso al amanecer y, aunque la nochecita ha sido bastante movida, hay cuerpo para rato. Ahora nos internamos en el Parque Nacional Tingo María. Las cataratas Sol Naciente y Gloriapata son nuestros siguientes puntos. Con sólo caminar unos metros, el calor se apodera de nosotros. Parece que estuviéramos en un enorme horno. Pero debo admitirlo, me gusta el calor. Es que tiene un encanto singular, cosas mías. Todo este periplo fácil te lleva todo el día, en él la naturaleza siempre se muestra generosa. Hay que apurarnos, pues el cielo se quiere abrir y la lluvia está a un paso. Hora de regresar a Tingo María.

Este día será un tanto más tranquilo. Ahora conoceremos parte del potencial agrario de este rincón amazónico. Recalamos en una de las cooperativas agrarias más importantes, Naranjillo. Acá nos hacen un recorrido sobre el procesado de dos productos que a la fecha, están trayendo ingentes beneficios, el café y el cacao. Me considero algo así como cafeinómano, ¿existe esta palabra?, la verdad no lo sé, por lo que brindo mis disculpas a los entendidos en la lengua castiza por si el término no existiese, que creo es lo más seguro, pero no encuentro mejor palabra, aunque no reconocida, para referirme a un amante del café y soy uno de esos y ni que decir del ¡Chocolate!

Es de noche, allá afuera la lluvia continua y el cielo se ilumina con el fulgor del relámpago, a lo lejos el trueno brama. En el restaurant la cena está en su punto y han preparado un fin de fiesta para no olvidar. El jolgorio se precipita hasta bien entrada la madrugada, aquí la alegría y la diversión están aseguradas.

Días van, días vienen y el tiempo pasa presuroso, como si lo fueran a atrapar. Hora de regresar al bullicio de nuestra querida metrópolis. Los recuerdos de esta experiencia selvática quedarán imborrables en mi mente, por lo que estoy presto a seguir encantándome con el especial embrujo de esta cálida tierra, en donde, en realidad, la bella está empezando a despertar.

Más fotos en: http://www.flickr.com/photos/tnavarro19/sets/72157624651749846/

Textos y fotos: Juan Puelles